EL ANÁLISIS DE LA DECISIÓN JUDICIAL
Cristina, en el mismo escalón de Menem y Boudou, condenada por corrupción

Muchos años, demasiados. Cristina Fernández de Kirchner se sumó el martes a la larga lista de ex funcionarios públicos condenados por la justicia en la Argentina. Hay que decir que no es la única ‘ilustre’ de esos nombres. Ahí figuran el ex Presidente Carlos Menem, el ex Vicepresidente Amado Boudou y centenares de personas que ocuparon distintos cargos y niveles de responsabilidad en el estado.
Por Jorge Barroetaveña
No hace falta posar la mirada muy lejos y encontrar a Sergio Urribarri en Entre Ríos por ejemplo. Y hay de distintos colores aunque, es justo decirlo, es el peronismo el que históricamente ha denunciado la persecución judicial.
El fallo de los magistrados, que será apelado y seguramente llevará años para quedar firme, es otra contribución a la grieta. No se trata ya de evaluar pruebas, acusaciones y comportamientos en el estado. La verdad excede largamente los hechos concretos. En Argentina hemos alumbrado como fenómeno internacional la ‘pos verdad’. Esa que sólo se guía por la fe. La política vernáculo se ha convertido en una cuestión de creencia religiosa, dogmática en muchos casos que es mortal para el debate que cualquier democracia puede albergar.
Cristina, para sus seguidores que son muchos, es condenada por una venganza: la de haberle dado a los argentinos los años más felices. No es un slogan para ellos, es su creencia. Y no hay nada que sirva para refutarla. Ni siquiera que estamos ante una política millonaria que señala con el dedo al que gana plata en la actividad privada, cuando ella ha vivido del estado toda su vida.
No importa, eso tampoco les hace ruido. O que la mayor parte de sus funcionarios también han acumulado fortunas, con el emblemático caso del ex secretario, hoy fallecido, que fugó todo a Miami. Tampoco eso levanta sospechas. Ni siquiera que alguien diga que hay que robar para hacer política y enfrentar a los ‘poderosos’. Extraño en un país con el 50% de pobres gracias a las pésimas gestiones de ellos, los que los precedieron y los que vinieron después. Eso tampoco hace ruido. Son extraños a una realidad en la que no tuvieron injerencia. Aunque este es un mal de nuestros dirigentes que parecen más comentaristas de la realidad que actores principales.
Del otro lado no hay dudas: Cristina es una corrupta que debería ir presa. No hay términos medios ni reconciliación posible. Esta es la primera de otras condenas que podrían sobrevenir.
¿Ella? Lució desencajada en su alegato posterior al conocimiento del fallo. Aunque avisó que no piensa ser candidata el año que viene, lo que desató una interna feroz en el peronismo. Si ella no es, ¿quién? Massa se afila las uñas pero, siempre hay un pero, no es el único. Descartado Alberto, el kirchnerismo podría impulsar un puro. Al cabo, la experiencia de Scioli primero y Alberto ahora no ha sido la mejor. La cuestión es el nombre, su disposición y el humor de la jefa.
Como soldado que huye sirve para otra batalla se vendrá una catarata de desdoblamientos electorales. Los gobernadores no quieren correr riesgos y se preparan para desarrollar un proceso electoral prematuro. Dejarán solo al candidato peronista para que cargue con toda la culpa de una eventual derrota. Suena antipático pero lo han hecho cientos de veces.
Pese al anuncio, en la oposición desconfían de la palabra de Cristina y sospechan que pueda ser una estrategia. “No nos tenemos que comer el amague”, espeta uno de los principales dirigentes. Todo indica que la Vicepresidenta no miente. Su cabeza seguirá enfocada en la justicia donde le espera un derrotero aún más largo que el anterior. Esta reciente condena sirve de impulso a causas conexas como Hotesur y los Cuadernos que también la esperan a la vuelta de la esquina. Todos inventos de Magnetto y compañía pero que deberán rendirse en tribunales.
“El 10 de diciembre del 2023 no voy a tener más fueros, así van a poder dar la orden de que me metan presa. Sí, presa, pero nunca una mascota. No voy a ser candidata a nada, ni a presidenta, ni a senadora, mi nombre no va a estar en ninguna boleta. Termino el 10 de diciembre y me vuelvo a mi casa, la misma de la que salí un 25 de mayo de 2003 para acompañar a quien fue mi compañero”.
Es el mundo de Cristina y sus seguidores que el miércoles recibió un golpe de esos que te dejan tambaleando en el medio del ring. Sin embargo, nunca se debe subestimar su capacidad, para construir y para destruir. No sería la primera vez que resurge aunque la sensación es que su ocaso se ha puesto más oscuro. Política se hace hasta la muerte, pero el poder de influir no es eterno. Todo termina alguna vez.