TENSIONES EN EL GOBIERNO
El Frente de ‘ex’ Todos tiene su propia grieta: ¿de qué lado estás?

Es cierto que la política suele aislar. Que los dirigentes tienen tendencia a crear su propio mundo y perder registro de la realidad. Este experimento del Frente de Todos, quiere batir todos los récords. Surfean la ola mientras se fuman un habano. ¿Cuánto pueden durar haciendo eso?
Por Jorge Barroetaveña
Allá por los ’90, la Argentina del menemismo se paralizaba para ver una telenovela. Se llamaba la Extraña Dama. Era la historia de una mujer joven, embarazada, que se terminaba haciendo monja. Luisa Kuliok y Jorge Martínez eran la pareja protagónica. Literal, el país se paraba para ver las idas y vueltas del hombre y la mujer. Era un culebrón muy bien contado, con música de Valeria Lynch y en el canal de Alejandro Romay. Lo que pasa hoy con Alberto y Cristina es lo más parecido que he visto. Sería casi cómico si no fuera porque en el medio está la gente y lo que votó en el 2019. El experimento que sirvió para ganarle a Macri, a más de dos años vista, no es eficaz para gobernar. ¿Quién tiene la culpa? Sus propios creadores que no han sabido superar sus históricas diferencias y, a esta altura, tampoco nunca tuvieron en claro que venía después de ganar la elección.
La pandemia sirvió para disimular las diferencias, pero el carreteo de la administración, desnudó todas las falencias. El año pasado, con las elecciones, fue el quiebre. Cristina le vació el gabinete con amagues de renuncias (otro experimento criollo poco conocido), lo zamarreó con una carta pública haciéndole echar a gente de su confianza y, por si fuera poco, ahora le bombardeó el acuerdo con el Fondo, quizás la única decisión ‘de fondo’ que el Presidente tomó en toda su gestión. La movida fue meditada: primero renunció Máximo a la jefatura de bloque y luego la oposición pública al acuerdo en el Parlamento.
En el medio quedaron las pedradas que azotaron el Parlamento, y el despacho de la Vicepresidenta, que no ahorró insinuaciones apuntándole directamente al Presidente. El reproche de Larroque por el silencio oficial y la negativa de la vice a contestarle los mensajes o atender los llamados de la Rosada. Sería tragicómico sino fuera bien real. La portavoz Cerrutti admitió que Cristina no contesta el teléfono. Casi en simultáneo, el Secretario de Energía hace pública una carta pegándole al Ministerio de Economía: nos vamos a quedar sin gas ya, brama. Ignora al jefe su área y expone la enésima interna oficial. Es el mismo que Guzmán quiso echar hace un año y no pudo por su condición kirchnerista.
La realidad claro se encarga de recordarle que es lo único cierto. La inflación de febrero se clavó en 4,7%. Los alimentos volaron y prometen hacerlo más en marzo, con el impacto lleno de los tarifazos y la guerra en el mundo. En el Frente de ex Todos no hay nadie que no sepa que, en semejante contexto, ganar una elección sería un milagro.
Por eso las reacciones son dispares. Cristina lo sabe y está mirando más allá de la coyuntura. Cristina da por perdida esta gestión y pergeña cómo y quién será el sucesor de Alberto. Su relación personal con el primer mandatario está rota. No sólo porque lo considera ineficiente. También porque le mintió. Debe estar arrepentida de haberlo elegido, más allá del éxito de su movida. El filósofo moderno, Dady Brieva, dejó una sentencia interesante: “nosotros prometimos que íbamos a volver mejores y volvimos al pedo”.
La cuestión es saber qué va a pasar en el tiempo de sobrevida que le queda a la gestión de los Fernández. Por sus gestos, Cristina ya cerró la puerta. El jueves se levantó y dejó la sesión porque no quería perder. Fueron apenas 13 senadores los que respaldaron su postura. En Diputados también la derrota fue abultada. Sólo ella sabe cómo lo va a procesar y cuáles serán sus próximos pasos. ¿Otra vez renuncias masivas como el año pasado? El kirchnerismo maneja las cajas más grandes del estado, ANSES y PAMI. ¿Alegremente renunciará a ellas? Ese es el debate que desangra al kirchnerismo por estas horas. Quedarse en el barco y hundirse con Alberto o patear el tablero y pelearla solo. La cuestión es si sigue vigente aquella máxima de con Cristina sola no alcanza, pero sin ella tampoco. Para la épica del relato, el ideal es pegar el portazo. Para la calle sería lo más cercano a un abandono. Allá por el 2001, existió alguien llamado ‘Chacho’ Alvarez, que todavía vive su exilio político. No volvió nunca más.
Lo peor es que si Cristina se va, le dará la razón a los que siempre sostuvieron que quería un Presidente títere. Tampoco faltan los que le soplan la oreja al Presidente diciéndole que llegó la hora de cortar el cordón. ¿Echar a medio gobierno? Estaríamos cerca de una crisis institucional y de gobernabilidad. Si se van solos es otra cosa.
En esta mescolanza el gobierno se apresta a dar la batalla final contra la inflación, con la leyenda del pato rengo a cuestas y buena parte del frente propio, que no apoya o está pensando en rajarse. Triste destino. Me quedo con el final de La Extraña Dama, donde todos fueron felices y comieron perdices.