GRIETA INTERNA, TARIFAS E INFLACIÓN
El océano que separa a Cristina Kirchner de Alberto Fernández no tiene fondo
Se fue lejos Alberto. Poniendo un océano entre él y la vice. Quizás le haya servido para quedar lejos de su alcance físico, más no psicológico. Allá en Europa dijo que irá por la reelección. Que al que no le guste el esquema tarifario y de subsidios, tiene la puerta abierta para irse. Que la inflación es endémica y la culpa la tienen…la deuda y Macri. Acá, la inflación, otra vez fue del 6% mensual. No pasa nada.
Por Jorge Barroetaveña
Todo depende del cristal con el que se mire. Si el actual no hubiera sido un gobierno peronista (aunque depende lo que definamos por peronismo) esto ya hubiera volado por los aires. Los niveles de inflación son los más altos de los últimos 30 años y hay que remontarse a la previa del Plan de Convertibilidad de Cavallo para encontrar números parecidos. Ni la crisis del 2001 nos puso en semejante brete. Encima con niveles de pobreza lacerantes.
¿Cómo se puede ordenar una economía en la que una jubilación mínima de 36.000 pesos no alcanza para comprarse un abrigo de marca? O no alcanza para comprarse un televisor o un celular? Ese desequilibrio, que nos ha hecho perder hasta la noción del valor de las cosas, no se puede revertir en dos días. El Presidente cree que tiene tiempo hasta las elecciones y especula con eso. Es más, apuesta todo a eso. A convivir malamente con los humores de Cristina, pasarlos por arriba, y le prende una vela a Guzmán y todos los santos para que acierte.
La vicepresidenta no es ingenua. Se ve venir el fracaso y que ese fracaso se llevará puesta su construcción política. Enfrenta entonces el dilema de hundirse en el Titanic o manotear los botes que haya a mano. No importa si para eso hay emprenderla a los codazos con los otros pasajeros y gritarle al capitán. Claro que en la huida habrá que evaluar qué se llevan. Como las cajas del estado son demasiado importantes, muchos siguen firmes en sus puestos. Astuto, Alberto, mandó un mensaje directo a ese bolsillo: “el que no coincida con el esquema tarifario, se tendrá que ir”, disparó. PAMI, ANSES, Aerolíneas son lugares claves para el manejo del estado y con presupuestos abultados. Representan el 70% de todos los dineros públicos. ¿Es imaginable el kirchnerismo renunciando a todo eso y refugiándose en la Provincia de Buenos Aires?
Las discrepancias en la política económica están, pero por ahora eso no llega al principio de permanencia en la gestión. Claro que eso lo sobre vuela la política de cúpulas. Abajo pasan cosas insólitas y los cruces siguen. Antes de viajar, el Presidente le ordenó a Guzmán y Kulfas que le contestaran a Cristina. Eso hicieron. Desde el viejo continente la siguió él mismo y el broche lo puso Aníbal ‘invitando’ con gentileza a la vice a presentarse en la PASO y pelear la candidatura. Al combo no le hace falta nada más.
El Congreso sigue con su propia agenda impuesta por las dos oposiciones: la de la interna oficial y la de Cambiemos, que tiene sus tensiones, entre ellas qué hacer con Milei.
Macri dio un paso más hacia su candidatura en los últimos días aunque no tiene necesidad de exagerar su influencia. Su intención bascula entre Bullrich y Larreta y en los beneficios que podría reportarle al oficialismo. La dicotomía Macri-Cristina podría seguir rindiendo electoralmente a la grieta pero tiene tufo a pasado. El hastío, el desencanto, la impotencia de amplios sectores sociales ponen en riesgo esos cálculos. Ahí aparece recortada en el horizonte la imagen del economista de pelo abultado, que se agiganta con el paso de los días. Menos pelo, un poco más peinado, algo más de calma en los reportajes. A Milei lo van puliendo como hicieron con Menem en el ’89. ¿Se acuerdan aquella imagen arriba del caballo, con el poncho y las patillas abundantes? Menem llegó a la elección sin nada de eso a cuestas. Es lo que Baglini inmortalizó como la responsabilidad proporcional a la cercanía con el poder. Ese fuego, que por ahora acompaña a Milei, está alimentado también por errores ajenos y los yerros de oficialismo y oposición. El sistema parece incapaz de dar respuestas rápidas. Está paralizado, se quedó sin argumentos para modificar la realidad. Y eso va retroalimentado el malestar, agravado por la crisis económica que se empeñan en negar, echándole la culpa a la herencia, la guerra, el Fondo, los buitres y la madre en coche.
Es un círculo vicioso que multiplica el pesimismo. Es la explicación a lo que la mayoría de los dirigentes no comprende. Sentados cómodamente en sus sillones y usufructuando las ventajas de su cargo, sea ejecutivo, legislativo o judicial, han perdido de vista para qué están. La disrupción es peligrosa pero a veces inevitable. ¿Qué viene después? Nadie lo sabe ni tiene la bola de cristal. Aunque a veces, es peor el remedio que la enfermedad. Ojo.