¿QUIÉN SERÁ EL PRÓXIMO PRESIDENTE?
El reloj corre inexorable pero ninguno quiere dar el primer paso

La mesa grande del Frente de Todos ya tiene fecha, aunque no será tan ‘grande’. Resistiendo las presiones hasta que pudo, Alberto decidió convocarla, aunque ni él ni Cristina formarán parte. Tampoco estará Máximo, aunque el kirchnerismo sí tendrá representación. Suena raro pero lo que buscarán será debatir la estrategia electoral.
Por Jorge Barroetaveña
El camino se vuelve más estrecho y el reloj corre inexorable. Y le corre a todos, oficialismo y oposición que se ven obligados a definir la hoja de ruta que desembocará en las elecciones del segundo semestre. El clima electoral estará jalonado por la multitud de elecciones que habrá en el medio y que servirán para estimular a unos y a otros. Desnudan igual la debilidad de un gobierno nacional que no pudo contener la catarata de fechas, a caballo de su propia impotencia y del juego egoísta de los gobernadores. Claro, esa palabra en política no existe. Es imposible hacerla sin ser egoísta. Y ellos atienden su juego. Cada uno tratará de salvar su pellejo. Después se verá.
En ese berenjenal Alberto hace lo que puede. Algunos, los más osados, lo presionan para que diga que será candidato e irá por su reelección. Que se deje de insinuaciones. La tensión abarca hoy también a su propio Ministro estrella Sergio Massa. En una reunión privada, Massa habría evaluado como ‘imposible’ ser candidato y ministro al mismo tiempo. Y menos convivir con otro candidato en el gobierno, más tratándose de un Presidente que va por su reelección. Pero Massa está en una encrucijada. El castillo endeble, pero castillo al fin, que ha podido construir sobre las ruinas de la economía, podría venirse en banda con él en campaña. Su capital más importante para tener alguna chance. A medida que avancen los días, con la certeza de Massa candidato, se esmerilará más aún la figura presidencial. Eso no le conviene a nadie, ni siquiera a los que se han cansado de ningunearla.
Cristina no quiere ser candidata. Más allá del operativo clamor de sus allegados y los que le responden sin chistar, no está en su ánimo. Es comprensible después de un año marcado por las peripecias judiciales que están lejos de terminar y luego de su primera condena por corrupción. Los que la frecuentan la ven cansada de la rosca tradicional. Eso sin contar los problemas económicos graves que, ganando, debería enfrentar. Su elegido no le dejará un lecho de rosas ni mucho menos. Y sabe también que deberá enfrentar a la mitad de la Argentina, o más, que no la quiere. Para los demás es fácil lanzarla al ruedo al grito de ‘es la única que nos puede salvar’. Desnuda las carencias del kirchnerismo que siempre ha tenido dificultades para generar liderazgos. ¿Si la culpa es de Cristina? Quizás, pero en política los liderazgos no se entregan, se construyen con inteligencia y audacia. Sino miremos los experimentos de Scioli y de Fernández.
En la oposición crece la certeza que Macri no será candidato. Hace pocas horas Mario Negri desde la UCR le reclamó por la indefinición. Juega con el rol de primus interpares y disfruta haciendo peregrinar a todos por Cumelén, su lugar en el mundo. Larreta fue dos veces, Vidal, Bullrich. Todos tuvieron su foto más no su bendición. Se considera a sí mismo una especie de custodio de los ‘valores’ de Cambiemos. Igual que Carrió, pero con menos corazón. Azuza lo peor del kirchnerismo y se ofrece como blanco móvil. Su figura también es disruptiva y divisoria de aguas. Aunque la base de sus votos le es fiel. Ha prohijado a dos políticos con perfiles tan distintos como Larreta y Bullrich. Bascula entre uno y otro y es probable que se mantenga al margen de la contienda. Pero no lo dice y pone nerviosos a todos.
Este fin de semana empezará el ditirambo en La Pampa. Será un largo collar de elecciones seguramente con resultado algo diverso. Habrá para todos los gustos y de todos los colores. En el centro del país, hay una provincia con forma de bota. ¿Santa Fe se llama? Sí, Santa Fe. Hace pocas horas el gobernador echó al Ministro de Seguridad, atribulado por la crisis con el narcotráfico. Ya no saben cómo decir que la situación se les fue de las manos. La Nación ignora el debate y mira para otro lado. La única solución es mandar más gendarmes. Los índices de homicidio se dispararon igual. Y la Nación anuncia un programa para mejorar la ‘conectividad’ en las cárceles, justo el foco desde donde se manejan las bandas delictivas. ¿Parece broma no? Triste es que no lo es. Es otro ejemplo, entre muchos, que la realidad de la política suele transitar por caminos distintos a los de la calle. Perotti desde Santa Fe grita y patalea. Otros, cómplices, se callan. Cuando le presten atención en serio será demasiado tarde. Si es que ya no lo es.