EN VIGENCIA
Elecciones: Milei tiene tres semanas para descifrar el enigma “Massa”

Hay tres títulos posibles. “Chocaron la Ferrari”; “Milei se la creyó”; “Massa, el mago”. Cualquiera de estos tres títulos podría encabezar la película que arrancó el domingo con el resultado puesto de las elecciones. El 19 de noviembre será la fecha tope: ese día sabremos quién será el Presidente, aunque muchos lo sospechamos no?
Por Jorge Barroetaveña
La imagen de Bullrich y Petri el martes por la mañana, no sólo era la derrota en sí misma, sino la declaración de finitud anunciada de Juntos por el Cambio. En rigor, la coalición opositora que llevó al gobierno a Macri en el 2015, y que ganó las legislativas del 2017 y 2021, estaba muerta desde hacía rato. La interna entre Bullrich y Larreta, con los radicales metidos en el medio de los tironeos, dinamitó el espíritu de sociedad de la entente, clave para llegar al poder en el 2015. Macri, tampoco pudo escapar del karma que persigue a los ex presidentes, que nunca tienen un rol claro en su pos mandato. Si bien anunció que no sería candidato, siguió teniendo influencia determinante. Se fue pero no del todo. A una coalición débil no le sirvió y fue fatal.
Cometieron el error imperdonable de pensar que la elección estaba ganada. Que ante el peor gobierno de la historia, el de Alberto y Cristina, la gente volvería corriendo a sus brazos, perdonando el fiasco 2015-2019. Se la creyeron, diría la calle. Apareció Milei, con ayuda o no de Massa, y se le quedó con las banderas. El golpazo de las PASO fue mortal, porque la feroz interna entre Larreta y Bullrich dejó heridos por todos lados. Bullrich ni siquiera pudo sumar los votos del Jefe de Gobierno porteño a su caudal. Tal era el tamaño de la crisis interna de Cambiemos.
Milei, que se encontró con ese 30% en las PASO se dedicó, tenaz y certeramente, a meter la pata. Un buen asesor le hubiera pedido que se callara la boca. No tenía que hablar después del 30%. Por el efecto inercia, muchos votos vendrían solos. Pero la campaña del miedo, alimentada por los comentarios polémicos del propio candidato y sus allegados, hicieron el trabajo fino. Y Massa, el mago, se dedicó a aprovechar cada una de las ventajas que le dio la oposición. Estimuló la división, aglutinó a todo el peronismo detrás de él (los que lo quieren y los que no) y adobó el camino con el famoso ‘Plan Platita’, que buenos resultados le dio. Inundó la calle de dinero sin respaldo, que seguirá yendo a la inflación, pero con resultados en el corto plazo. Ese 36% mágico que escupieron las pantallas de la tele el domingo es casi milagroso, por el contexto económico y ante el fracaso del gobierno de los Fernández, del que Massa es parte.
Pero su habilidad consistió en separar ante la opinión pública, su imagen de ministro de la de candidato. Y combinar al mismo tiempo ambas, con medidas eficaces, aunque efímeras. En números el peronismo hizo la peor elección de su historia para una primera vuelta. Sumando los votos opositores, el 60% de los argentinos votó en contra del gobierno. Pero una oposición dividida, un mensaje certero y eficaz, hicieron el trabajo.
Las expectativas hoy, después del impacto del domingo, es que Massa será el próximo Presidente de la Nación. Pero los movimientos y la fractura de Juntos por el Cambio van a provocar una diáspora de impredecibles consecuencias. Macri acaba de declarar su apoyo a Milei, con una andanada contra los radicales que, afirma, han pactado con Massa. “La neutralidad es un disfraz para apoyar a Massa”, disparó el ex presidente que le puso la lápida a la coalición. Del otro lado, el sector blanco del PRO y los radicales de Morales y Lousteau se abrazan a la prescindencia. Massa se agarra la panza porque le duele de tanta risa.
Milei no para de mirarse al espejo. Tiene que contener a los disconformes por el acuerdo con Macri y Bullrich, asegurar la fiscalización del comicio del 19 y darle otra épica a su discurso que quedó a contramano de los sectores sociales que necesita convencer para ser Presidente. Tendrá, como hacen todos en las segundas vueltas, que correrse al centro. Sacarle aspereza a sus propuestas, evitar las polémicas, mandar callar a varios, pero al mismo tiempo no perder la bandera que el verdadero ‘cambio’ es él. En síntesis. Recuperar con nuevos argumentos la bandera que le arrebató a Cambiemos.
Es grande el desafío que tiene alguien que no tiene experiencia política. Milei ha dicho que admira a Menem. Pero el ex presidente era un animal político de larga experiencia antes de llegar a la Rosada. Tres veces gobernador de La Rioja y la famosa interna que le ganó al aparato cafierista, fueron sus antecedentes más gruesos. Milei está lejos de eso. Para él será un curso acelerado de cómo llegar al poder en 3 semanas. Enfrente está el mago, el hombre de las mil caras, con todo el aparato del estado a su favor y la imagen de invencibilidad que tiene el peronismo cuando lo que está en juego es el poder.