SE ACABÓ LA PAZ CON CRISTINA
En política, los muertos que vos matáis gozan de buena salud
Lejos bien lejos. El Presidente se fue de gira por el G-20, se entrevistó con Macron, habló de los problemas del mundo y puso distancia con los líos locales. Hizo bien. Como todos los presidentes que buscan refugio en el exterior cuando las cosas no salen en el interior. Las tensiones volvieron. Y se acabó la paz con Cristina.
Por Jorge Barroetaveña
Duró poco en realidad. No el fondo que siempre fue el mismo sino en las apariencias. Se fueron turnando de a uno para pegarle al Presidente. Dejándolo a salvo a Massa por ahora porque es funcional y hace lo que ellos no podrían hacer. Siempre el inefable Aníbal fue el más preciso con su verba quirúrgica para definir el tema.
“Tengo que inferir que es el único que se las sabe todas y que nosotros somos unos boludos –le espetó a Máximo después que tildó de ‘aventurero’ al Presidente-. Es un poco distinta la situación, puede que se las sepa todas, pero nosotros no somos boludos y estamos trabajando para solucionar los problemas del país”. Y agregó: “no participan del Gobierno, hace rato que no toman una decisión sobre lo que nos importa a todos”. El kirchnerismo hace lo que debe hacer. Toma distancia de un gobierno que no da pie con bola e instala la imagen que ellos no tienen nada que ver. Algo así como los panelistas de televisión que miran la realidad y la comentan. Como conseguir esto es muy difícil, escindir una cosa de la otra, tienen un delegado que se llama Sergio Tomás Massa.
El Ministro está haciendo casi todo lo que al relato kirchnerista no le gusta pero hay que hacer. Por eso se cuidan de criticarlo y, ni siquiera descartar, una eventual candidatura para el año que viene. ¿Y si Massa consigue ‘bajar’ la inflación al 3 o 4% mensual? ¿No le podría alcanzar? Mientras tanto, está el fogoneo, sin prisa pero sin pausa, de Cristina 2023. “Haré lo que tenga que hacer”, dijo enigmática en el acto de la UOM que dejó mucha tela para cortar.
Cristina intuye otra vez que no puede ser candidata. Está en una encerrona peligrosa. Ella tiene abierto el frente judicial que cada vez se pone más oscuro y tampoco tiene nadie que la convenza plenamente.
El yerro de Alberto Fernández no se lo perdona y no puede cometer el mismo error. Quizás, sólo quizás, sea Axel Kicillof el que recoge más simpatías de la jefa y al mismo tiempo, quién más capta el electorado de ella. A Massa lo soportan pero no le confían. Es un estado sentimental permanente.
Claro que, el peso de los resultados puede cambiar todo. Si el Ministro endereza el barco y da cierta estabilidad a la economía, se habrá ganado todos los favores. Los gobernadores, en desbandada, no tendrían problemas en apoyarlo.
En otros lugares del mundo han sido más sabios que nosotros sobre qué hacer con un ex presidente. En Estados Unidos son dos mandatos y a su casa o a dar conferencias. En la Argentina es la metáfora del regreso eterno. Cristina ya estuvo dos veces en La Rosada. Macri una y se fue bastante mal. Pero los dos conservan una porción importante del electorado que los sigue más allá de lo que su performance.
Por eso algunos pergeñan algo así como el combate de fondo entre ambos con las elecciones 2023 de contexto. Con sus actos y palabras condicionan al resto de los potenciales candidatos y les marcan la cancha. Son como tutores de la esencia de dos pensamientos contrapuestos. Como guardianes de un legado neblinoso que no permite visualizar una descendencia clara.
Como muchas veces con afán diferenciador se paran en los extremos, reducen a la blandura todo lo que queda en el medio. Eso le pasa a Larreta que no sabe cómo hacer equilibrio para conservar el electorado afín y el de sus adversarios…de la misma coalición.
Todo indica que así será hasta el año que viene cuando unos y otros blanqueen. Macri tendrá que decir qué hará. En el preciso instante que lo haga todo quedará claro. Cristina igual, aunque su dedo pesa más que el del ingeniero, en el peronismo. ¿Se les ocurre alguien que esté dispuesto a enfrentarla? Mmmm…difícil no? En silencio, Javier Milei hace lo suyo. Casi desapareció de los lugares que frecuentaba, redujo sus apariciones públicas y le bajó el tono a sus declaraciones.
A tono pues con una verdad no escrita que habla de la responsabilidad cuando la cercanía del poder acecha. Pese a sus altos y bajos, sigue vigente la sensación que, si el libertario, llega a la segunda vuelta todo puede pasar. A eso se abraza al cabo.
Pese a todo, no deberían cometer el error de subestimar al peronismo, en sus múltiples formas. Menos si está en ejercicio del poder. Es cierto que su vulnerabilidad está perforada desde que en el 2015, Macri con un partido prácticamente vecinal, le ganó la Presidencia. Pasó una vez y puede volver a pasar. Todo es posible en la dimensión ‘Argentina’. Ojo que se viene el Mundial!