POR JORGE BARROETAVEÑA
Tic Tac, Tic Tac, el ruido que sale de "Comodoro PRO" y asusta a Cristina
En el ajedrez cuando se entrega la reina no hay nada más por hacer. Desde hace meses que el Presidente venía peleando por sostener a Marcela Losardo que es algo más que su Ministra de Justicia. La abogada acompaña desde hace 20 años al mandatario. Es su amiga y alguien en quien deposita la más absoluta confianza.
Por Jorge Barroetaveña Hace rato que Losardo se quería ir pero Alberto la contenía. De hecho, la tardanza en confirmar su reemplazo es justamente lo que el mandatario quería evitar. En otro momento hubiera sido un cambio más pero no ahora. Fue el propio Presidente el que puso en un brete a su amiga, en consonancia con la arremetida final de Cristina Kirchner. La pasividad de Losardo tiene una sola traducción para los duros: piensa distinto. Y algo de eso hay. La renunciada no coincide con las metodologías que quiere imponer el kirchnerismo ni está dispuesta a pelearse con la corporación judicial. Al cabo ella misma es un producto fiel de lo que debería combatir y enfrentar. Tampoco nunca tuvo feeling con la Vicepresidenta y peleó todo este tiempo con el segundo que le pusieron como comisario en el ministerio. La mujer se cansó, dijo basta y de nada sirvieron los pedidos de su jefe para que se quedara un tiempo más. Igual, el premio por bancarse los destratos y las críticas no es menor, porque se iría a París, a representar a la Argentina ante la UNESCO. La embestida final sobre la corporación judicial tuvo su hora cero: la condena a Lázaro Báez y sus hijos. Y escribió el segundo capítulo cuando uno de ellos ‘recordó que Florencia Kirchner está involucrada en la causa Hotesur y Los Sauces. ¿Porqué el impacto? Porque la hija de Cristina no tiene fueros. Si bien ella nunca participó de los negocios familiares, su situación judicial es comprometida y su madre lo sabe. La condena al empresario Báez ratificó indirectamente la teoría del delito precedente. Si Lázaro lavó dinero, ese dinero provino de algún lado. ¿De dónde? De la obra pública que, en muchos casos cobró pero no hizo. Ese hilo conductor ya no es tan invisible y es eso lo que tiene angustiada a Cristina. La vice está curtida, ha hecho política toda su vida y sabe lo que es estar en la zaranda pública. Máximo también porque eligió ese camino. Pero Florencia no. Vive sobresaltada y no quiere saber nada con la política. El debate sobre la calidad de la justicia es viejo y algún día en otras condiciones debería darse. La bandera que enarbola otra vez el kirchnerismo es legítima y responde a la sensación de falta de justicia que tiene buena parte de la sociedad. La cuestión es cómo se hace, los niveles de consenso y cuál es el objetivo final. Si la idea sólo pasa por voltear todas las investigaciones de los últimos años a partir de la idea del ‘law fare’ estamos complicados. Y no hay solución posible salvo un indulto o una amnistía, algo que Zaffaroni fue el primero, con lógica, en plantear. Pero la política tiene otros tiempos y el Presidente no está dispuesto a darle semejante corte al entuerto. La misma Cristina ha dicho que tampoco quiere ese camino que implicaría admitir la culpabilidad en los hechos. Es imposible mensurar además el costo político que tendría para el oficialismo hacer semejante cosa. Meter en la misma bolsa a Boudou, De Vido, Cristina y D ‘Elía sería indigerible para cualquier proyecto político con aspiraciones de seguir en el poder. El peronismo es incombustible está claro pero tiene sus límites. Es posible que este sea uno de ellos. La ida de Losardo entonces podría ser el preanuncio de otros alfiles y torres que caerían. Vilma Ibarra y Santiago Cafiero son los otros apuntados. Con la primera la inquina de Cristina es tan antigua como furibunda. Con el segundo hay cierto desdén porque no consideran que tenga condiciones para ser Jefe de Gabinete. Luce apenado el esfuerzo que hace Cafiero por armar frases halagadoras y justificatorias de lo que dice la Vicepresidenta. Nada de lo que diga o haga cambiará la impresión que tienen de él. Y las agujas del reloj avanzan implacables. Tic tac, tic tac es el ruido que viene de Comodoro Py, o “Comodoro PRO” como lo han rebautizado. El tema es que el entuerto tiñe a todo el gobierno. Alberto, sumiso, parece aceptar que sea una cuestión crucial de su mandato cuando las urgencias pasan por otro lugar. La inflación volvió a dar alta en febrero, y la campaña de vacunación marcha demasiado lenta como para evitar un rebrote cuando llegue el otoño. Encima, los yerros en la distribución y a los brazos de quiénes fueron a parar muchas vacunas, también juega en contra. Igual, el deseo a esta altura de la mayoría de los argentinos por vacunarse, seguramente servirá para atemperar el impacto negativo de estos líos. Pero la realidad no se puede ocultar y faltan vacunas. El Presidente va entonces, jugado con el destino siamés de Cristina. “Llegué con ella y me voy a ir con ella”, lanzó el miércoles. “Lo único que quieren es hacernos pelear pero no lo van a lograr…”, refrendó. Así será.
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